viernes, 26 de junio de 2009

Amiga mia

Uno de mis mas preciados tesoros es una foto en blanco y negro. Vieja y gastada despues de treinta y dos años, de tocarla tantas y tantas veces para mirarla y sonreir al verla. Y allí estoy yo, apenas un bebé, con mis pañales, abrazado a mi mas querida amiga para no perder el equilibrio, con uno de mis hermanos ojo avizor por si se me ocurría pegarme el gran tortazo (ese llegaría unos años después, pero como diría Michael Ende, esa es otra historia y será contada en otra ocasión).

Ese fué nuestro primer gran contacto, con unos pocos meses de vida (ella es mayor que yo aunque lo niegue). De ella puedo decir sin dudarlo que es la amiga de mi vida, pues desde aquel día nuestros destinos se han entrelazado y desde luego mi vida hoy no se entendería sin ella, ni creo que ella sin mí.

En agosto volvimos a juntarnos, y ya hacía un tiempo desde la ultima vez que se acomodó en mis brazos. Pero el tiempo da igual, ya son 32 años desde que la abracé por primera vez, y desde aquella primera y torpe vez, me ha reclamado sangre, sudor y lágrimas, por lo que la medida del tiempo no significa nada para nosotros, ni siquiera la distancia o el olvido.

Apenas la recuerdo en mi infancia aunque vivía con nosotros. Recuerdo que cuando yo tenía 5 o 6 años se pasaba las tardes enteras encima de mi cama, no había quien la moviera de allí. Tambien recuerdo que andaba siempre por la habitación que compartía con mi hermano, y como no había mucho sitio tenía la manía de tropezarse conmigo a todas horas.

Lo que sucedió después es un misterio. Desapareció de mi vida como solo pones tierra de por medio cuando hay amor no correspondido, y sin quererlo el destino nos reunió cuando yo tenía 16 o 17 años. Ella es de piel morenita, con unas curvas que ya me sé de memoria, pero lo que de verdad me cautiva es su voz. Un canto de sirena que me emboba. Es una hechicera que detiene el tiempo cuando estamos juntos. Podría pasarme la vida así.

Desde aquel día ya no nos volvimos a separar mucho tiempo. Ahora duerme en mi cama siempre que quiere, o se sienta en una esquina rodeada de los pocos libros que tengo (pocos para los que querría).

Con nuestras riñas y nuestras risas. Con nuestros mas y nuestros menos. Alejandonos tan cerca y acercandonos tan lejos, pero nunca lo suficiente como para echarla de menos, y al mismo tiempo siempre echandola de menos. La sensación de que nunca me aburriré si estamos juntos. Cuantos recuerdos y cuantas cosas por hacer para luego recordar.

No es posible expresar con palabras esta sensación, y desde luego no se puede comparar a nada. Que cada vez se experimente el placer de descubrir su tacto, suave, sedoso, algo frío al principio y tibio después, y al mismo tiempo conocerlo ya. Ella feliz porque nadie la toca como yo, normal despues de tantos años de aprendiz.

Y es que la sensación de tener una guitarra entre los brazos no se puede explicar si no se ha vivido. Para tí, vieja.

lunes, 22 de junio de 2009

Sin estrellas

Ayer, despues de una larga semana mi cuerpo estalló. Creo que fué ayer, despues de siete noches, despues de seis días. Ayer mi cuerpo se cansó de dormir y me desperté a las 6 de la mañana y me fuí al balcón a ver amanecer y pensé, que en la ciudad no se ven las estrellas, y las echo de menos.