domingo, 29 de marzo de 2009

Sabado normalin, tirando a soso.

Despues de acostarme el viernes a las 4:00 (solo a mi se me ocurre), este sábado pensé en quedarme en cama hasta tarde, pero que caramba, si me chifla ver amanecer, así que me levanté temprano y desayuné a la luz del amanecer.
Luego ducha rápida y rápidamente rápido voy ver a la peluquera, tán rápido porque de inteligente bajé solo con una camiseta y la gente me miraba raro por la calle todos abrigados y con cara de frío.

Ya en la peluquería se me arrima la rubia jefa de peluqueras, que me conoce desde hace añisimos, y me pregunta que si domino los códigos de barras. Yo le respondo que si, pero un sí , que venía a decir "se tanto de los códigos de barras como del ritual de apareamiento del somormujo de nueva caledonia". Pero se ve que no entendió mi si, y me empaqueta un maletín con una cerradura de combinación de 3 ruedecitas, una sonrisa y caida de ojos "es que me olvidé la combinación", es una emergencia que esta chica tiene una boda (señalando a una pelirroja).

Inciso: Si, lo se. Ayer conté esta historia 2 veces a mis dos muy mejores amigos y ambos me preguntaron ¿y que tiene que ver el código de barras?, yo tampoco lo se.

Asi que tardé 1 segundo y medio en decirle, toma, ya esta abierta. (si lee esto la policia no he violado ley alguna, simplemente usado la ingeniería social, necesité 2 intentos y pista).

Eso por la mañana. Por la tarde / noche, fuimos a la despedida de ojos azules de la cafetería donde vamos a debatir sobre Schopenhauer y jugar al backgamon. La tarde fué normal, como todas, charla, confesiones y tal pascual. Pero cuando ya anochecía, hubo un momento que ojos azules pretendía entrar en la cafetería, y tenía ambas manos ocupadas, por lo que la pobre mujer hacía intentos infructuosos de abrir la puerta.
Allá me lanzo yo, arrastro la silla unos tres metros al quedarme el tobillo enganchado, esto me hizo perder el equilibrio y me golpeé la rodilla con la mesa (menos mal que era redonda), moví la mesa cosa de 20 cm haciendo temblar todos los vasos que había encima, y dejandola durante unos 30 segundos con el baile de san vito haciendo el típico ñogiliñogiliñogiliñogiliñogili.
Con el equilibrio perdido de todo, en vez de ir moviendme, digamos que derivé hasta la maquina de tabaco, estampandome contra ella y desplazandola unos 2 palmos a la derecha.
Así que ahí fué cuando sin perder la compostura me enderezé, exclamé en alto "caramba, menudas turbulencias capitán" (porque me miraba TODA la cafetería), y le abrí la puerta.
(En ese momento Gwaihir soltó "estaba a punto de irle abrir la puerta").

El resto un sábado aburrido más, como todos mis sábados, que ganas de que llegué el verano para romper la monotonía.

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