jueves, 21 de febrero de 2008

Por los pelos

Esta es una de esas anécdotas, que si alguien no me conoce tachará inmediatamente de invención de una mente calenturienta. En cambio mis allegados menearán la cabeza de lado a lado, pondrán los ojos en blanco, y dirán, si, lo ha hecho otra vez.
El pasado lunes, por circunstancias laborales, acudí a la oficina a primera hora convocado por una misteriosa llamada de mi jefe, del viernes anterior a la hora de comer. Resulta que debido a un cambio de criterios, debíamos enviar un jartá de documentación por email inmediatamente.
En mi oficina en general, y mi jefe en particular, siguen el tópico criterio que nos persigue a los informáticos (de ahí que siempre que me preguntan si entiendo de ordenadores diga que no, que lo mio es el trombón de varas). Cualquier cosa que tenga la mas mínima conexión con los ordenadores me toca en suerte. Esto es aplicable a telefonos (tienen teclas), fotocopiadoras (tienen cables), escaneado de documentos, cambiar las bómbillas halógenas (son técnología punta), mecanografiar escritos (se usa teclado), perseguir ratones (sic), atender a las simpaticas comerciales (mi jefe las vé como virus), etc, etc, etc.
El caso, es que a muy primera hora me puse en contacto con los causantes de la ensalada de verano, concretamos lo que necesitaban y me dispuse a escanear y pasar todo por la quilla. Eso si, por misterios de la vida (también llamados leyes de Murphy), ese día precisamente, tenía que hacer multiples gestiones en los sitios mas dispares, y todas erán urgentísimas, y tenían que hacerse para ayer.
Allá voy yo, a media mañana, caminando al mas puro estilo Groucho (zancadas de 8 metros), gritando "disculpe", "perdone señora", y lindezas semejantes para que la gente se abriera como el mar rojo ante Moisés. Pero por estas estupideces que tiene la vida, me metí en uno de mis tópicos líos, por culpa de las prisas (mias y ajenas).
En el medio de la ciudad, hay un parquecito muy concurrido, donde las abuelas suelen llevar a los nietos a media mañana para que les de el sol, vean las palomitas, la fuente con su agüita y jueguen en los columpios.
En medio del parque, me encontraba yo en mi particular mundo de la piruleta, cuando se me cruza una jovén. Llevaba unas botas muy chulas casi hasta la rodilla, de esas que hacen ticiclop, ticiclop al tiempo que se bambolean las caderas. Unos vaqueros que le quedaban demasiado bien (me hipnotizaron un rato), ancho y chulo cinturón, blusa, una chaquetilla que era de la mitad de tamaño que la blusa y unos suaves mechones negros le caían por los hombros. Creo que era chica, tampoco me fijé tanto.
Lo divertido fué que el día anterior me pimpé cosa de tres cuartos de hora en youtube, dedicados exclusivamente al club de la comedia. En uno de ellos Ernesto Sevilla (alias el Gañán de la hora chanante), en una entrevista de noche sin tregua creo que era, dijo una palabra que me quedó grabada a fuego, "Jaquetona". Y al ver a la chica, yo que suelo ser considerado, lo primero que me pasó por la jaquetona, digo por la cabeza, fué "Increibleble".
Pero me voy por los Cerros de Úbeda (que no hay cerros allí), como decía, gracias a mi mas fuerte voluntad, a mi inquebrantable espíritu, y a que en ese momento la pila triple A (o sea AAA), de mi mp3 me mandó a hacer puñetas, desvié la vista de sus contoneos al caminar y ví como una niñita, enfundada en un rosa y vaporoso vestido "cenicienta de fiesta", enfilaba directo hacia la morena mirando hacia atrás. La morena ni se dió cuenta, porque miraba hacia otro lado y ya veía yo una llave al mas puro estilo Chuck Norris, rodilla voladora.
En ese instante, igual que los que dicen que cuando estas a punto de morir ves pasar tu vida, mi mente procesó varias posibles opciones, con sus pros y sus contras:
- Gritar algo como "Tuuuuuuuuuuuuuusa, Tuuuuuuuuuuuuuuusa", pero seguro que se giraban todos menos la morena. Aparte de que quedaría como un gañán.
- Gritarle algo a la niñita, pero seguro que la pobre se asustaba.
- Y la peor opción de todas, enganchar a la morena cual llave de judo para que la cría pudiese avanzar sin obstaculos, y luego ya vería como me apañaba para explicarle a la morena el asunto.
Decidido a poner en práctica la mejor opción, y aun a riesgo de mi vida, allá pego un acelerón y la engancho. Primero pensé en rodearle la cintura (finita, finita, me llegaba un brazo), pero me pareció algo excesivo. Luego adelanté la mano dispuesto a engancharla por el cinturón igual que cuando haciamos la fila en el colegio de pequeños, pero me pareció mas excesivo aún. Así que tirando de mi exquisito repertorio de "tésnicas", obtenidas a lo largo de tooooda una vida dedicada a empatizar con las mujeres, la enganché por el codo (igual que unas amigas cuando aun no se han acabado de contar algo y quieren tomar la palabra) y le susurré al oído "cuidado". Lo de susurrar no fué premeditado, pero es que justo antes había cambiado la pila, vuelto a encender el mp3 y llevaba musica, que si bien no estaba muy alta, por experiencia se que debo hablar bajito cuando llevo auriculares, que a veces uno se emociona y me escucha toda la cafetería entera al sentarme a la mesa y saludar a un amigo/a (no es que me pasara, claro).
Gracias a todos los cielos azules de verano, con ese dorado tono que alegra el corazón, la morena se quedó helada, medio se giró y nuestras miradas se enzarzaron en un duelo de miradas (el que se aparte antes pierde), pero vió como dos coletas desfilaban por delante de ella.
Pude ver, en ese momento como su cerebro hacía click "me ha agarrado para que la niña no se hiciera daño, reteniendome tiernamente por el codo, y susurrandome para que no me asustara, que encanto". Ella vió el click de mi cerebro "bufff", y me sonrió "hombre, no pensarías que recibirias una paliza por tocarme un codo".
- Gracias, me dice.
- El placer ha sido mio.
Y allí me marcho muy digno.

3 comentarios:

vainilla dijo...

Que bonita anécdota. Me ha encantado lo del codo. No le pediste el teléfono?

Toxcatl dijo...

Bueno ¿que? nos tienes en ascuas ¿que paso despues?

Steinkel (aka Enfermeroman) dijo...

¿Trombón de varas? Y yo pensando que eras paleontólogo.

¿Ya está? ¿Nada más?